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La importancia de la psicomotricidad en la vejez.

 

Observatorio de Residencia Las Mimosas. – Nuestra experiencia nos lleva a observar las dificultades que tienen los mayores en la movilidad. Esto les lleva en muchas ocasiones a tener muy poca calidad de vida: la artrosis, la falta de ejercicio físico, la inmovilidad, el sedentarismo, costumbres poco saludables, exceso de horas de estar sentados y la falta en definitiva de ejercicio, lleva a poseer  una rigidez extrema, articulaciones como un bloque en las cuales se ha perdido el juego, desaparece la capacidad de flexión y extensión.

No hay ninguna duda en que supone una falta de calidad de vida y sobre todo supone DOLOR. Esto va a llevar como consecuencia otras dolencias y va a obligar a excederse en la medicación. Debemos controlar la inflamación, el dolor, la rigidez y evitar la frustración que se produce cuando poco o nada podemos hacer para mejorar tantas molestias.

Sin embargo, nunca hay que tirar la toalla. En la Residencia potenciamos los talleres para la movilidad, en ellos, de una forma simpática y agradable y sin que ellos se den demasiada cuenta, proporcionamos el escenario adecuado de trabajo.

Bailamos. Con la música podemos movernos y combatir de una forma lúdico-festiva el sedentarismo. Además, conseguimos trabajar también la memoria recordando viejas canciones y ritmos que les son familiares, desarrollando al mismo tiempo, las relaciones de compañerismo entre ellos y por lo tanto la socialización. Con esto llenamos una necesidad emocional y tenemos un estímulo cognitivo, con el resultado de proporcionar una vida más agradable y saludable.

La psicomotricidad en la vejez es tan importante como todo lo que rodea a las personas mayores y debe ser una prioridad.

Paseamos del brazo, de la mano, con andador, en definitiva NOS MOVEMOS. A esto lo llamamos psicomotricidad,  ya que conseguimos que nuestro corazón también se ejercite. Nos mejora nuestra funcionalidad, nuestro sistema locomotor, el aparato circulatorio, etc. Todos son beneficios, además de contribuir a nuestro ritmo intestinal… qué más podemos pedir.

Como anécdota contaré que mi madre, que tiene 91 años, se esfuerza cada día tumbada en la cama y antes de levantarse en hacer bicicleta y una vez en el suelo, ya levantada, extiende los brazos hasta casi tocarse las puntas de los pies. Esto la enorgullece porque es un logro haber mantenido esa capacidad hasta el día de hoy. Aumenta por lo tanto la autoestima, siendo un gran beneficio psíquico. Evidentemente, hoy mi madre de 91 es una mujer frágil pero no es dependiente. La psicomotricidad en la vejez retrasa la dependencia. Esto es una realidad que en la Residencia conocemos muy bien.

Los objetivos que resumen todos los casos, en menor o mayor grado, son los siguientes:

Conseguir un envejecimiento saludable y natural.

La adaptación a una etapa diferente de la vida.

Potenciar la autoestima y la aceptación de nuestro propio cuerpo.

Evitar la inmovilidad… hay que huir de ella siempre que sea posible.

Favorecer la integración a un grupo social.

Conseguir hábitos saludables.

Consiguiendo estos objetivos, lograremos grandes  beneficios cardiovasculares, respiratorios, de tonificación, comunicación y de equilibrio físico y psíquico.

Desde nuestro observatorio les animamos a todos ellos a trabajar, bien dirigidos y por supuesto, bien cuidados.

P. Acero

Directora

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