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La depresión es una de las 5 enfermedades más comunes de las personas mayores. Aunque no podemos asociar envejecimiento con depresión, dado que no se ha confirmado la relación entre la edad y el aumento del riesgo a padecerla.

¿Qué factores explican la aparición de una depresión en personas mayores?

Multitud de factores explican que pueda aparecer una depresión. Algunos de ellos son:

  • Factores biológicos. Consumo excesivo de medicamentos, enfermedades físicas (por ejemplo el hipertiroidismo), actuación de distintos neurotransmisores, etc.
  • Factores psicológicos. Formas ineficaces de afrontar problemas, baja autoestima, sentimientos de inseguridad, sensación de impotencia, sensación de pérdida, sentimientos de inutilidad, etc.
  • Factores sociales. Recursos disponibles (apoyo social, emocional e instrumental), pérdidas sufridas, pobreza, vivienda inadecuada, etc.
  • Hábitos de salud inadecuados. De alimentación (deficiencias nutricionales), beber alcohol, fumar, falta de ejercicio físico.
  • Mayor frecuencia de situaciones adversas. Sucesos vitales negativos, como la muerte o enfermedad de un ser querido.
  • Viudedad.
  • Problemas de sueño.
  • Discapacidad física o deterioro de la movilidad.
  • Dolor crónico.
  • Baja autoestima.
  • Ser cuidador principal de un familiar enfermo.

¿Cómo se puede prevenir?

Para prevenir la depresión en personas mayores, debemos conseguir que sean activas física, social y cognitivamente, y modificar los factores de riesgo antes comentados.

  • Relacionados con la salud: Diagnosticar de forma precoz y tratar adecuadamente las enfermedades físicas, hábitos alimentarios saludables, fomentar la autonomía y el autocuidado, dormir lo suficiente, enfrentarse debidamente al dolor.
  • Sociales: Apoyo social (mantener y fomentar el aumento de la red social), aumentar la participación de actividades, realizar actividades agradables.
  • Personales: Mejorar el autoconcepto y la autoestima, entrenar habilidades sociales, entrenar la asertividad (habilidad personal que nos permite expresar de forma adecuada nuestras ideas y emociones frente a otra persona), afrontar responsabilidades, realizar actividades motivantes y agradables, tener una buena situación económica, conseguir una actitud positiva hacia el envejecimiento, desarrollar  autonomía, modificar las creencias contenidas en los estereotipos negativos[1] de la vejez (aumenta el riesgo de padecer depresión en la población que tienen alto grado de estereotipos negativos de la vejez).

 


[1] Idea negativa aceptada comúnmente por un grupo o sociedad. Por ejemplo, las personas mayores se vuelven irritables, son improductivos, los individuos de edad avanzada piensan y actúan con lentitud, son depresivos, etc.

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